Seguro que alguna vez te has encontrado en una situación de mucho estrés, o pasando por un momento de rabia,
ansiedad
o tristeza y lo primero que has hecho ha sido comer compulsivamente lo primero que encuentras al abrir el refrigerador o la despensa de la cocina. ¿Te suena? pues esto son actitudes comunes del hambre emocional.
¿Qué es el hambre emocional?
Explicado de una manera sencilla, el hambre emocional no es más que la acción de recurrir a la comida para satisfacer diferentes emociones, la mayoría de las veces negativas.
Todos los humanos somos seres emocionales y, en ocasiones, no solo nos alimentamos para satisfacer el hambre física, sino que también comemos para satisfacer nuestras necesidades emocionales. En general, decimos que comemos emocionalmente cuando queremos satisfacer emociones negativas como el estrés, la ansiedad o la soledad, en el lugar de intentar poner atención a las emociones positivas como la felicidad.
¿Cómo distinguir si es hambre emocional?
Una de las emociones más comunes es el estrés, que viene siempre de la mano de otras emociones negativas como la ansiedad o la rabia, incluso la tristeza. Usualmente, son las comidas cargadas de azúcares y grasas saturadas las que nos satisfacen emocionalmente, pues son la perfecta distracción.

· El hambre emocional aparece repentinamente de forma abrupta, en lugar de irse incrementando con el tiempo.
· Tienes deseos de alimentos muy específicos que por lo regular son altos en calorías o procesados.
· No viene de forma consciente, a pesar de que no hay distracciones.
· Aunque te sientes totalmente lleno y satisfecho, el llamado es a seguir comiendo.
· El hambre emocional suele dejar un sentimiento de arrepentimiento, culpa y vergüenza.
Estefanía Fernández, nutricionista, educadora, divulgadora y actualmente coach nutricional del equipo Adidas Runners de Madrid, mejor conocida en redes sociales como StefyActiva, propone algunos consejos muy útiles si te encuentras con frecuencia recurriendo a la comida para adormecer tus sentimientos y:
• Se consciente cuando uses alimentos para enfrentar el estrés. Disminuye la velocidad y presta atención cuando los comas. Piensa en qué comida te hará sentir mejor en ese momento. Utiliza todos tus sentidos para oler y saborear esa comida.
• Haz un diario de gratitud. Tómate tres minutos cada mañana o tarde para anotar tres cosas por las que estás agradecido y al menos una cosa positiva que sucedió ese día.
• No te saltes las comidas. Si estás acostumbrado a hacer 3 comidas, y eso te funciona, intenta no saltarlas. El saltarse las comidas tiene como consecuencia niveles fluctuantes de azúcar en la sangre, lo que puede empeorar la respuesta al estrés.
• Prueba la meditación. Dedicar unos minutos al día a meditar o practicar la respiración profunda puede ayudarte a sentirte más tranquilo y disminuir tu respuesta al estrés.

• Escuchar música. La música puede tener un efecto relajante en nuestra mente y cuerpo, reduciendo el ritmo cardíaco y el pulso, disminuyendo la presión arterial y disminuyendo los niveles de hormonas del estrés.
• Agrega carbohidratos de calidad en la noche. Es decir, quítate el mito de no comer alimentos ricos en hidratos de carbono en la noche. Si consume batata, avena, patata, frutas como plátano, kiwi, fresas, etc, pueden ayudar a regular tu cortisol en sangre (hormona del estrés).
• Aceptar ayuda. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de fortaleza.
• Aprende a decir no. No sientas que debes decir que sí a todo, a todos los eventos sociales oa todo lo que signifique trabajo. Prioriza resultados son los más importantes para ti.
La comida no es solo nutrición y combustible, es parte de nuestra cultura, familia, y muchas cosas más.