Los Medias Rojas acaban de avisar a Chaim Bloom sin siquiera intentarlo
Fenway Sports Group no se anda con rodeos. Si Chaim Bloom no puede darle la vuelta a los Medias Rojas de Boston, alguien más lo hará.
Sí, es un deporte completamente diferente, pero es importante notar los patrones de cualquier grupo propietario.
FSG es dueño de los Pittsburgh Penguins de la NHL, que se perdieron la postemporada por primera vez en 17 temporadas. Pittsburgh ganó tres Copas Stanley durante ese lapso, en gran parte gracias a Sidney Crosby, Evgeni Malkin y Kris Letang.
El nivel de éxito de los Boston Red Sox en las últimas dos décadas refleja un poco a los Pens. Desde 2004, los Sox tienen cuatro trofeos de Serie Mundial a su nombre. Sin embargo, terminaron en el último lugar en 2022 y se sientan en esa posición familiar para comenzar la temporada 2023.
Tenemos un largo camino por recorrer en la temporada de la MLB, pero Fenway Sports Group acaba de demostrar que no tienen miedo de limpiar la casa.
Medias Rojas: Chaim Bloom fue puesto sobre aviso
La propiedad de John Henry y Penguins emitió un comunicado después de limpiar la oficina principal que incluía a Ron Hextall, Brian Burke y Chris Pryor:
“Estamos agradecidos con Brian, Ron y Chris por sus contribuciones a la organización durante las últimas dos temporadas, pero creemos que el equipo se beneficiará del nuevo liderazgo en las operaciones de hockey. Si bien esta temporada ha sido decepcionante, creemos en nuestro grupo central de jugadores y el objetivo de competir por la Copa Stanley no ha cambiado”.
¿Han cambiado también las expectativas en Boston? Los Medias Rojas tienen una base de fanáticos rabiosos que esperan competir por un lugar en la postemporada cada año. No se deben tolerar dos finales en el último lugar de la División Este de la Liga Americana, y Chaim Bloom sería directamente responsable de la construcción del roster del equipo de este año.
Bloom y los Sox tienen mucho tiempo para cambiar las cosas. Aun así, Henry y FSG demostraron que no están dispuestos a quedarse esperando el éxito, aunque sea en un escenario completamente diferente.